jueves, 17 de noviembre de 2022

Olas

      Al verano del 22 podíamos llamarlo "el verano de las olas"... El oleaje ha sido continuo: inflación, guerra ruso-ucrania, calor, y ahí vamos: la ola de calor. Parece que tenemos datos de las temperaturas en España desde los años 60 del siglo pasado y aunque, estadísticamente, haya habido otros veranos más calurosos a nosotros nos parece que el último ha sido el acabose... ¿Por qué? Según Rafa, nuestro tabernero, la respuesta es que estamos muy tiernos. Por estas tierras utilizamos una palabra que viene a significar lo mismo: "Aguarchaos". Decir de una criatura que está "aguarchá" sería como decirle que tiene poca sustancia, como si estuviera hecha de agua. (Por otros lares -en La Rioja, por ej.- le dicen "aguarchao" al que siempre tiene frío... y por aquí, al que siempre está tiritando, le decimos "entelerío".)

       Por supuesto no quiero decir que no haya hecho calor este verano, pero también es cierto que si estamos en casa con el aire acondicionado a 26 grados y salimos a la calle nos va a parecer que el calor es insoportable. De todos los tipos de olas habidas y por haber, si a mí me dieran a elegir me quedaría con dos: las alegres olas y el inevitable y festivo tsunami que provoca nuestra querida Amanda... y las que vienen y te besan los pies y se van y vuelven y te acarician la piel.

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