martes, 21 de junio de 2022

Pueblos

      A este artículo le iba a llamar civilizaciones pero una vez que eché un vistazo a los pueblos que, en uno u otro momento, han visitado la península ibérica vi que algunos de ellos de civilizados no tenían mucho. Es cierto que con los musulmanes se vivió un periodo en el que florecieron las artes y las letras pero también se dedicaron a fabricar lanzas, escudos y alfanjes y a limpiarlos de sangre después de las batallas. Los visigodos nos dejaron una enorme lista de reyes para memorizar en la escuela y tampoco eran unas cándidas almas: ayudaron a los romanos a derrotar a francos y suevos y, ya que estaban metidos en faena, mandaron a casa a legionarios y funcionarios de Roma, y seguro que en la despedida no hubo ni besos ni abrazos ni lágrimas de emoción. A los romanos los podemos comparar con el Ministerio de Obras Publicas: carreteras, acueductos, arcos de triunfo, anfiteatros... y también coliseos. ¿Qué grado de civismo hay en unas criaturas que van a ver un espectáculo en el que lo primero que oyen es...  Ave Caesar, morituri te salutant?. De los cartagineses siempre nos viene a la memoria el famoso pastor lusitano que era un crack en el manejo de la honda pero parece que, en aquellos tiempos, liarse a pedradas no era suficiente y echaron mano de artefactos más contundentes. Sin embargo hubo otros pueblos que, al recordarlos, resultan placenteros... Oyes o lees la palabra celtas y escuchas gaitas y Veinte de abril del noventa, hola chata ¿como estás?, y vuelves a aspirar el humo de aquellos cigarrillos fumados a escondidas... ¿Y los fenicios? No encuentro nada que pueda echarles en cara: nos dejaron las salazones para conservar comida, el torno de alfarero para fabricar cacharos y el tinte púrpura para dar color a los ropajes y salir a la calle maqueaos... Y además ¿qué se le va a reprochar a unas criaturas que fundan una ciudad y le ponen de nombre Sexi?

 (Este artículo no hubiera visto la luz sin la inestimable ayuda de José Manuel Ramírez. Muchas gracias)

miércoles, 15 de junio de 2022

Arte

      Desde hace tiempo hay un debate abierto en canal sobre los toros y yo al menos no vislumbro cuando se cerrará. La cuestión es si el toreo es un arte o no. Desde que Curro Cúchares se hizo un nombre en la tauromaquia allá por el siglo XIX se llamó a esto de lidiar un toro "el arte de Cúchares"... hasta la aparición de este torero las faenas de muleta no existían: los toreros se limitaban a dar cuatro trapazos en la cara del astado para igualarlo y, enseguida, entrar a matar. Curro Cúchares supuso una revolución y sentó las bases de la forma de torear que ha llegado a nuestros días. No sé si alguna vez se cerrará este debate pero de lo que sí estoy seguro es de que si dejaos el tema en manos de los políticos puede pasar cualquier cosa.

     Desde aquí os invito a abrir otro debate también con el arte como telón de fondo... Hoy en la radio he oído a un político decir que "gracias a la nueva normativa los niños de 11 a 14 años podrán practicar el arte del boxeo". Pues otra vez la cabra al monte: unos dirán que si Cassius Clay (Muhammad Alí, que bailaba como una mariposa y "picaba" como una avispa), que si George Foreman (este no "picaba"... daba martillazos), que si los españoles Pepe Legrá y Pedro Carrasco o los pesos pesados Urtaín y Evangelista... Pero llamarle arte al intercambio de guantazos entre críos de secundaria es, como poco, osado... y más si empezamos por dudar de si la actividad pugilística se puede catalogar como deporte.

      Y es que últimamente parece que todos somos artistas y que rezumamos arte por todos los poros. No veo lejos el día en que aparezca un Licenciado en Escatología y nos diga que también es arte la expulsión intempectiva (sonora o no, pero siempre olorosa) de aire corrupto por vía anal.

martes, 7 de junio de 2022

Alas

     Creo que no exagero si digo que todas las criaturas humanas, en algún momento de su existencia, han deseado volar como un pájaro obviando (claro está) el resto de características de las aves... y puestos a imaginar seríamos pájaros con cierto porte majestuoso, ya que gorriones, mirlos o cuervos no se bastan para nuestros sueños alados. Ha habido quien no se ha conformado con pensarlo y se ha puesto a volar... En el principio de los tiempos (Manolito Gafotas dixit) encontramos a Dédalo y a su hijo Ícaro confinados en una isla y, para fugarse, construyeron unas alas con plumas y cera y... a volar. Ícaro cayó al agua y a aquella parte del mar le llamaron Mar de Icaria, y está bien que le pongan tu nombre a un trozo de tierra, a una piedra, a un árbol o a una parte de la mar océana pero ¿hizo aquel muchacho méritos para ello? Creo que no: escogieron mal los materiales y se equivocaron en la hora de salida... si fabricas unas alas con cera tienes que hacer el viaje de noche...

    En esto de volar me viene a la memoria don Leonardo da Vinci, el hombre del Renacimiento por antonomasia (que no sé muy bien lo que significa pero la palabra es preciosa: antonomasia). El artista a sus 30 años va a Milán y Ludovico Sforza lo contrata como pictor et ingenierus ducalis y pintar, pintó: La Virgen de las rocas, La última cena... pero sobre todo se dedicó a la construcción de máquinas de guerra pues, en aquel tiempo, aquellas ciudades-estado andaban a la gresca un día sí y otro también: el carro de combate, el helicóptero y un artefacto volador hecho con maderas y tela que probaron sus amigos lanzándose al vacío desde una considerable altura. Al parecer no funcionó pero de lo que sí podemos estar seguros es de que la nómina de amigos del gran Leonardo disminuyó drásticamente. Tras su etapa milanesa volvió a la Florencia de César Borgia y allí pintó a la Mona Lisa, la mujer de la enigmática sonrisa. No lo podemos saber pero ¿la sonrisa de la Gioconda no será la respuesta a la proposición del artista de que ella probara uno de sus artefactos voladores? Porque sí, mucho sfumato, muchos dimes y diretes y luego la explicación está en los detalles más mundanos... De todas formas me voy a permitir un consejo: todo aquel que quiera volar, sin poner a prueba ciertos efectos secundarios, que vuele... pero con la imaginación.

miércoles, 1 de junio de 2022

Písalo

      No creo que a estas alturas sea necesario subrayar la importancia de saber idiomas pero, aún teniendo conocimientos de otras lenguas, hay que tener mucho cuidado con las traducciones... Hace tres décadas entrenaba al Sevilla Carlos Salvador Bilardo; durante un partido de la liga española cayó lesionado un jugador del equipo rival y el masajista del equipo hispalense saltó al terreno de juego para atenderlo. Desde el banquillo  Bilardo se desgañitó gritando: A ése no, que ése no es de los nuestros... a ése písalo, písalo. Unos meses más tarde juega el Real Zaragoza un partido de competición europea contra un equipo británico... Durante el desarrollo del juego se lesiona un jugador inglés y los aficionados zaragocistas comenzaron a cantar: Písalo, písalo, písalo... Los comentaristas de una cadena de televisión británica dijeron a sus oyentes:  ¡Qué maravilla, qué deportividad! Nuestro jugador se retuerce en el suelo de dolor y el público grita "peace and love, peace and love".... Me parece que la intención del público de La romareda no era ese precisamente.