martes, 24 de mayo de 2022

Fotos

       Hubo un tiempo en el que turistas y visitantes del más diverso pelaje cuando arribaban a un remoto poblado indígena, que no había tenido contacto con otras gentes, comenzaban a disparar con la cámara de fotos que llevaban colgada al cuello... sí, cámara de fotos, que lo del móvil es de hace tres días. Vieron los foráneos que los naturales de aquellas tierras se asustaban y más aún cuando les mostraban las fotos que habían sacado pues decían que los que aparecían en las fotos no tenían alma... y yo estoy por pensar que tenían razón. A ver si me explico... Supongamos que salgo a andar pero no por prescripción facultativa ni para lucir palmito (ya conocéis mi torpe aliño indumentario) si no por el simple gusto de ver la flora y la fauna, aunque también se presentará algún que otro bípedo paseando a un cuadrúpedo. Cada tres pasos puedes hacer una foto y, si no se agota la batería, puedes reunir mas fotografías que un albúm de los gordos... pero enseñas las fotos y ¿cómo describes la armonía de las ramas de los árboles mecidos por el viento? ¿Cómo el rumor del agua corriendo por una acequia? ¿Cómo capturar el vuelo y el canto de los pájaros? ( ¡¡¡ Ahhh, otra vez la poesía!!!) Y esto con respecto a la flora y la fauna porque pienso (dicho sea con perdón) que si nos referimos a las criaturas humanas eso ya es harina de otro costal... Tú me mandas una foto en la que hay gente divirtiéndose pero yo prefiero que tú me los cuentes, prefiero esa pizca de comunicación que le va a poner alma a la foto. No le des más vueltas: si estás degustando un chuletón, unas ostras, unos mejillones, unas costillitas de cordero... no me mandes la foto y háblame del sabor de lo que estabas comiendo, de las criaturas que estaban a tu lado y, con esa dosis de alma, de comunicación, estaré más cerca de saborear esos manjares.

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