martes, 7 de junio de 2022

Alas

     Creo que no exagero si digo que todas las criaturas humanas, en algún momento de su existencia, han deseado volar como un pájaro obviando (claro está) el resto de características de las aves... y puestos a imaginar seríamos pájaros con cierto porte majestuoso, ya que gorriones, mirlos o cuervos no se bastan para nuestros sueños alados. Ha habido quien no se ha conformado con pensarlo y se ha puesto a volar... En el principio de los tiempos (Manolito Gafotas dixit) encontramos a Dédalo y a su hijo Ícaro confinados en una isla y, para fugarse, construyeron unas alas con plumas y cera y... a volar. Ícaro cayó al agua y a aquella parte del mar le llamaron Mar de Icaria, y está bien que le pongan tu nombre a un trozo de tierra, a una piedra, a un árbol o a una parte de la mar océana pero ¿hizo aquel muchacho méritos para ello? Creo que no: escogieron mal los materiales y se equivocaron en la hora de salida... si fabricas unas alas con cera tienes que hacer el viaje de noche...

    En esto de volar me viene a la memoria don Leonardo da Vinci, el hombre del Renacimiento por antonomasia (que no sé muy bien lo que significa pero la palabra es preciosa: antonomasia). El artista a sus 30 años va a Milán y Ludovico Sforza lo contrata como pictor et ingenierus ducalis y pintar, pintó: La Virgen de las rocas, La última cena... pero sobre todo se dedicó a la construcción de máquinas de guerra pues, en aquel tiempo, aquellas ciudades-estado andaban a la gresca un día sí y otro también: el carro de combate, el helicóptero y un artefacto volador hecho con maderas y tela que probaron sus amigos lanzándose al vacío desde una considerable altura. Al parecer no funcionó pero de lo que sí podemos estar seguros es de que la nómina de amigos del gran Leonardo disminuyó drásticamente. Tras su etapa milanesa volvió a la Florencia de César Borgia y allí pintó a la Mona Lisa, la mujer de la enigmática sonrisa. No lo podemos saber pero ¿la sonrisa de la Gioconda no será la respuesta a la proposición del artista de que ella probara uno de sus artefactos voladores? Porque sí, mucho sfumato, muchos dimes y diretes y luego la explicación está en los detalles más mundanos... De todas formas me voy a permitir un consejo: todo aquel que quiera volar, sin poner a prueba ciertos efectos secundarios, que vuele... pero con la imaginación.

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